¿Has oído hablar de los Pretendríanserbuenos? Este fenómeno social, que se ha ido expandiendo por las redes sociales, es más contemporáneo de lo que parece. Se trata de personas que claman ser liberales o progresistas en sus círculos sociales, especialmente en plataformas digitales. Este teatro moderno de 'ser bueno' actúa principalmente en entornos virtuales, aunque también se infiltra en la vida cotidiana. Los Pretendríanserbuenos florecen en el caos político y cultural que define el siglo XXI. Su aparición es más pronunciada en países con fuertes divisiones políticas, como Estados Unidos y Europa Occidental. Ellos pretenden mejorar el mundo, pero su impacto, más que constructivo, es a menudo desde la superficialidad.
La mayoría probablemente hemos caído en las garras del Pretendríanserbuenos alguna vez. No es inusual querer ser vistos como aliados de causas justas, como el cambio climático, la igualdad de género o los derechos LGBTQIA+. Sin embargo, la diferencia radica en cuán profundas son esas creencias y acciones. ¿Está una persona apoyando causas porque realmente lo siente, o porque es lo que se espera de alguien de espíritu progresista?
El internet y las redes sociales son los principales campos de juego para estos individuos. Los usuarios suelen compartir artículos o noticias que no han leído completamente, solo porque el título armoniza con una postura políticamente correcta. Las firmas en peticiones online, los emoticonos de aplausos ante declaraciones polémicas pero superficiales, o el uso de hashtags como #BlackLivesMatter sin contexto alguno son ejemplos de un activismo que no siempre refleja un cambio genuino. En resumen, es fácil confundir la presencia online con acción significativa.
Una parte interesante de este fenómeno es el contraste entre la imagen pública y las acciones privadas. Muchas veces, los Pretendríanserbuenos mantienen una dualidad de posturas que pueden llegar a ser contradictorias. Para este grupo, no se trata tanto de practicar lo que predican, sino de asegurarse de que cada paso que dan mantenga el status quo de su imagen creada.
No obstante, hay aspectos en los que el arte del Pretendríanserbuenos puede tener un giro positivo. Este tipo de auto-consciente presión social puede motivar realmente a algunas personas a comenzar a investigar más profundamente los temas que superficialmente sostienen. Pueden terminar actuando de una manera más genuina, aportando cambios reales debido a este despertar impuesto.
La lucha diaria de estas personas es, en cierto modo, un espejo de las luchas internas que enfrenta nuestra sociedad actual. La presión de conformarse a los cánones progresistas o liberales puede ser una carga. La paradoja es que, mientras nos esforzamos por ser aceptados en círculos más progresistas, podemos perder de vista las creencias auténticas que nos impulsan a realizar estos actos.
Por otro lado, es necesario reconocer que las presiones sociales no son únicamente negativas. Pueden servir como un medio para iluminar las desigualdades e inspirar a la verdadera acción. Sin embargo, cuando el objetivo es meramente el reconocimiento de ese esfuerzo aparente, se corre el riesgo de banalizar luchas que han llevado décadas de esfuerzo obtener los pequeños avances logrados.
Para las generaciones más jóvenes, especialmente los que crecen con el ajuste de cuentas de las redes sociales, este fenómeno es más relevante que nunca. La autenticidad online se ha convertido en un tema crucial, donde la apariencia y la verdad a menudo se confunden. El poder de las redes sociales puede ser un catalizador para el cambio, pero también puede ser una prisión de auto-validación si no se gestiona adecuadamente.
Es importante analizar las motivaciones detrás de la fachada de los Pretendríanserbuenos. En muchos casos, el camino hacia un activismo significativo comienza con un despertar de la conciencia que era superficial al inicio. Con el tiempo y la intención correcta, se puede pasar de ser un espectador pasivo a un participante activo en la configuración del futuro social y político.
Quizás el desafío que enfrentamos hoy es cómo cultivar un entorno donde la acción consciente y el impacto genuino sean valorados más que la simple señalización de la virtud a través de publicaciones efímeras. La clave puede estar en integrar esa preocupación superficial por los problemas del mundo en acciones diarias que acumulen un cambio significativo. Debemos cuestionarnos continuamente no solo el qué, sino el porqué y el cómo de nuestras acciones.