Imagina un mundo donde de un día para otro las leyes cesan de existir. Eso fue lo que ocurrió en México en 1914 cuando se instituyó la 'Ley de Suspensión'. Este acto legislativo fue una respuesta del presidente Victoriano Huerta, un líder controvertido que hizo historia al disolver el Congreso y declararse dictador en un momento de pura crisis nacional. La Ley de Suspensión fue promulgada en enero, en un contexto de revolución y tumulto político que asfixiaba al país.
La Revolución Mexicana ya llevaba cuatro años causando estragos cuando Huerta, con su estrategia para mantener el control, optó por la suspensión de garantías. ¿Pero qué significa exactamente 'suspender garantías'? Básicamente, permitía al gobierno ignorar ciertos derechos fundamentales de los ciudadanos. Se trataba de una medida extrema, en un momento extremo. Pero no fue una decisión popular y mucha gente sentía que sus derechos y vidas estaban en peligro.
Atrapados entre bandos conflictivos, los mexicanos de entonces vivían con miedo, inseguridad y la creciente presión de un gobierno que prefería el control absoluto a la democracia. Huerta afirmaba que su decisión era necesaria para restablecer el orden, pero como suele suceder en situaciones de poder absoluto, hubo quienes se sintieron desesperadamente vulnerables. Aquellos en oposición lo veían como un abuso intolerable que debía ser resistido.
Vale la pena considerar el por qué detrás de las acciones de Huerta. México, en ese tiempo, era un país herido. La Revolución Mexicana había traído caos y destrucción, debilitando la estructura social y económica del país. En un esfuerzo por combatir a los revolucionarios, la Ley de Suspensión podría parecer eso, una medida desesperada. Sin embargo, es crucial entender que añadiendo más presión y limitando libertades, solo se intensificaban las tensiones.
Por otro lado, aquellos que apoyaban la medida, incluidos algunos sectores del ejército y partes de la élite, argumentaban que permitir tal centralización del poder era una necesidad imperiosa para estabilizar el país. Visto desde sus ojos, Huerta no tenía alternativa. La imagen de un México desgarrado por combates internos requeriría medidas drásticas para mitigar más daño. Pero, para muchos, este enfoque causó más problemas que soluciones.
En nuestros días, es fácil caer en comparaciones y moralizar acerca de la injusticia de esta ley. Puede parecernos un eco distante de realidades que no comprendemos del todo. Sin embargo, estos momentos de la historia reflejan cómo las restricciones de libertades a veces se justifican en nombre del orden. Pero, ¿qué precio debemos pagar realmente por un artificioso sentido de 'paz'? Gen Z, con su creciente activismo y sentido innato de justicia, puede encontrar paralelismos aquí con debates contemporáneos sobre derechos y libertades.
Hoy, reflexionamos sobre tales hechos históricos con la esperanza de aprender de ellos. Considerar la 'Ley de Suspensión' de 1914 es ver un ejemplo clásico de cómo, en un momento de crisis, un gobierno puede tomar medidas drásticas contra su ciudadanía, con consecuencias que repercuten mucho tiempo después. Pero es fundamental recordar que cada intento de control encuentra también su oposición, y los testimonios de aquellos que vivieron y resistieron tales épocas nos recuerdan que, a menudo, la perseverancia y resistencia popular resisten incluso las medidas más autoritarias.