¿Alguna vez te has preguntado quién está detrás del auge del triatlón como deporte de élite? La respuesta es Les McDonald, un visionario canadiense a quien se le atribuye la transformación del triatlón de una actividad marginal a un fenómeno deportivo global. Nacido en 1933 en Londres, McDonald dejó una huella indeleble en la historia del deporte hasta su muerte en 2017 en Vancouver. Fue gracias a su liderazgo que el triatlón se convirtió en deporte olímpico en Sydney 2000.
El triatlón es una de esas disciplinas que combina resistencia, estrategia y mucha dedicación. Consiste en nadar, montar en bicicleta y correr, todo sin interrupción. Antes de la intervención de McDonald, esta prueba era conocida solo por un pequeño grupo de entusiastas. Sin embargo, comprendió el potencial de la competencia para capturar la imaginación de personas de todo el mundo, y dedicó su vida a lograr este propósito. Pero, ¿qué lo motivó? ¿Cómo consiguió que el triatlón alcanzara estos picos de popularidad?
Lo que impulsaba a McDonald era su pasión por el deporte y la justicia. Era conocido por sus fuertes ideales progresistas, abogando por un campo de juego igualitario. No se trataba solo de deporte, sino de una plataforma para promover oportunidades equitativas para todos, sin importar su origen. Esta inclinación política no siempre le hizo ganar aplausos, pero estaba firmemente convencido de que el deporte podía ser una fuerza de cambio social positivo. Su enfoque iba más allá de la simple organización de eventos; era una lucha por democratizar el acceso al deporte.
Bajo el liderazgo de McDonald como primer presidente de la Unión Internacional de Triatlón (ITU), fundada en 1989, logró que el triatlón fuese reconocido por el Comité Olímpico Internacional en un tiempo récord. Además, fue un defensor acérrimo de la igualdad de género en el triatlón, asegurándose de que las mujeres tuvieran la misma visibilidad y oportunidades que sus compañeros masculinos. Este compromiso con la igualdad se reflejó en la paridad de premios y en la representación femenina en las competiciones.
Por supuesto, no todo fueron triunfos. McDonald enfrentó resistencia y retos considerables, tanto internos como externos. Algunos críticos lo acusaban de ser demasiado autoritario en su gestión, mientras otros estaban en desacuerdo con su decisión de comercializar el deporte a gran escala. Sin embargo, muchos de sus detractores continuaron en el deporte gracias al impacto positivo que tuvo en sus vidas. Su liderazgo en ocasiones fue polarizante, pero nadie podría negar su dedicación y amor por el triatlón.
Gracias a Les McDonald, millones de personas ahora ven el triatlón como una fuente de inspiración y desafío personal, manteniendo viva la esencia de superación personal que define al deporte. Su legado vive en cada carrera, en cada atleta que se lanza al agua emprendiendo el viaje monumental que él ayudó a popularizar. Y aunque ya no esté entre nosotros, Les McDonald nos dejó una gran lección: la pasión y el compromiso pueden cambiar el mundo.
Así, el triatlón se convirtió en algo más que una simple competencia. Se ha convertido en un símbolo de perseverancia, unidad y progreso social. Y aunque algunos puedan argumentar lo contrario, es difícil refutar que las acciones de McDonald abrieron puertas y rompieron techos de cristal en el mundo del deporte. Su legado sigue inspirando a las nuevas generaciones, encantadas con la posibilidad de probarse a sí mismas en esta exigente pero gratificante disciplina.