Imagínate un mundo donde la energía que consume tu casa no solo sea renovable, sino que también tenga un impacto social positivo. Eso es exactamente a lo que Innogen, una empresa emergente chilena, está apuntando. Fundada en 2020 por un grupo de ingenieros ambientales y activistas energéticos, Innogen está decidida a cambiar el panorama de la energía en América Latina. Utilizando la última tecnología solar y eólica, y cuyo auge es ahora más necesario al enfrentar el cambio climático, Innogen desarrolla soluciones para comunidades rurales al sur de Chile que no están conectadas a la red eléctrica nacional.
En un mundo donde los recursos energéticos son limitados y las necesidades de sostenibilidad son urgentes, Innogen surge con una propuesta innovadora. Pero ¿qué hace a esta compañía tan particular dentro del marco ya saturado del mercado de energías renovables? La respuesta radica en su modelo de negocio inclusivo y comunitario. Ellos no solo ven los problemas desde el prisma económico, sino que integran un enfoque social donde las comunidades locales son parte activa en la generación y uso de la energía.
Ahora bien, al hablar de energías limpias, enfrentamos el gran dilema: ¿cómo se equilibra la necesidad del progreso industrial con la preservación del medio ambiente? Las grandes corporaciones eléctricas tienden a ver el tema solo con la óptica del beneficio económico a corto plazo. Innogen se propone ser la antítesis de esa visión. Ellos creen que las comunidades rurales, frecuentemente desatendidas, son vitales para una transición energética justa y equitativa. El modelo de Innogen permite a las comunidades desarrollar micro-redes locales administradas por los propios residentes, lo que fomenta un sentido de propiedad y responsabilidad.
Por otro lado, el criticismo no se queda atrás. Existen opiniones que expresan dudas sobre la viabilidad financiera a largo plazo de un modelo tan comunitario. ¿Las inversiones en capacitación y gestión local pueden sostenerse en un mercado capitalista tradicional? Las dudas son válidas, especialmente cuando el mercado global de la energía es tan competitivo y los márgenes de ganancia tan ajustados. Sin embargo, los defensores de Innogen argumentan que el modelo de negocio está diseñado para adaptarse y escalar eficazmente mediante asociaciones con ONGs y financiadores que comparten la filosofía de desarrollo sostenible.
Los expertos en energías renovables señalan que América Latina tiene un potencial inexplorado en el uso de energías limpias. Países como Chile, con su excelente clima para la energía solar, y amplios territorios para la energía eólica, deben comenzar a mirar más allá de los métodos tradicionales. Innogen podría inspirar a más regiones y compañías a dialogar sobre cómo lograr una energía accesible y justa para todos.
Si hay algo que los jóvenes, especialmente aquellos de la Gen Z, han demostrado a través de movimientos globales como Fridays for Future, es que se preocupan profundamente por el futuro del planeta y sus habitantes. Para ellos, la misión y los logros de Innogen son algo esperanzador. Es una oportunidad para construir un futuro donde el medio ambiente y las comunidades vulnerables no sean las últimas en la lista de prioridades.
La carrera por las energías limpias no es solo una competencia entre quien puede producir más, más rápido. Es un camino hacia un mundo donde las decisiones sobre cómo obtenemos y utilizamos la energía determinen el tipo de planeta que legamos a las generaciones futuras. Para muchos, Innogen es un aviso de que el cambio es posible y quizás ya esté en marcha. En el juego de la sostenibilidad, todos tienen un papel que jugar. Así que mientras miramos hacia el futuro, tal vez sea hora de prestar más atención a las innovaciones que, aunque pequeñas, tienen el potencial de desempeñar un papel gigantesco en la configuración del mundo que todos queremos ver.