Imagina vivir en un lugar donde un simple gesto de caminar libremente por la calle es un acto de valentía. Bienvenidos al mundo de "Hava, Maryam, Ayesha", una película que captura tres días en la vida de tres mujeres afganas en Kabul. Estrenada en 2019, esta obra cinematográfica de la directora Sahraa Karimi, no solo cuenta sus historias individuales, sino que ilumina la lucha cotidiana en un país donde las mujeres aún están peleando por derechos básicos. Hava, Maryam y Ayesha representan tres generaciones que lidian con las limitaciones y esperanzas dentro de una sociedad patriarcal.
Hava es una ama de casa a punto de dar a luz y su narrativa pone de relieve la soledad implícita en su vida de subordinación. Constreñida por una cultura que la define únicamente como madre y esposa, su historia es un reflejo de muchas mujeres que se sienten invisibles aunque formen los lazos más fuertes del hogar. Maryam, en cambio, es una periodista decidida a divorciarse de su esposo infiel, enfrentándose no solo a complicaciones legales, sino también al juicio social por elegir su propio camino.
Ayesha, de 18 años, está comprometida con el primo de su novio después de quedar embarazada. Su historia resalta los desafíos a los que se enfrentan las jóvenes atrapadas entre valores tradicionales y un mundo que grita por modernización. Las decisiones a las que se aventuran estas mujeres están marcadas por el coraje y una necesidad imperiosa de autodeterminación.
En un contexto global, "Hava, Maryam, Ayesha" toca una cuestión que resuena en sociedades de todo el mundo: el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propias vidas. Mientras que para muchos en Occidente estas son luchas familiares e históricas, la película nos recuerda que en muchos lugares, estos derechos siguen siendo un sueño esquivo. Exposiciones como estas en la pantalla muestran el poder del cine para inspirar empatía y acción, al recordar a las audiencias internacionales que el feminismo no es una lucha ganada, sino un trabajo en progreso.
Mientras resonamos con los desafíos de Hava, Maryam y Ayesha, es esencial no caer en la trampa de aislar las luchas de género de las realidades políticas y económicas de Afganistán. Las fuerzas externas como la guerra y la intervención internacional han modelado el país de una manera que muchas veces ha exacerbado estas luchas. A pesar de las mejoras sociales, especialmente en las áreas urbanas, el cambio en el campo sigue siendo meramente simbólico si las mujeres siguen careciendo de poder para influir en sus propias vidas. Si bien se pueden defender las intervenciones culturales que respetan las identidades locales, hay mentes que argumentarían que son necesarias políticas más inclusivas que hagan partícipes a las mujeres desde la base hasta la toma de decisiones políticas.
"Hava, Maryam, Ayesha" es un recordatorio de las implicaciones de crear narrativas ficticias basadas en realidades complejas. Las historias de estas mujeres reflejan el mosaico de desafíos enfrentados por las afganas. Mientras algunos critican la película por ser una representación más idealizada y accesible de las mujeres afganas urbanas—una que pueda sentirse desconectada de las experiencias de las mujeres rurales—la película sigue siendo un vehículo valioso para iniciar conversaciones.
A menudo, lo que falta en la representación de las regiones en conflicto es la narrativa interna, esa que las voces dominadas en esas sociedades desean compartir. "Hava, Maryam, Ayesha" hace precisamente eso, sugiriendo que detrás de las estadísticas y las generales imágenes mediáticas, hay cuentos humanos ricos en amor, pérdida, esperanza y resistencia.
Es importante que las generaciones más jóvenes, especialmente Gen Z, consideren cómo el cambio real en las sociedades globalmente interconectadas requiere tanto conciencia local como acción local. En el mundo digitalizado y globalizado de hoy, estas historias permiten que estemos más conscientes de los demás, exigiendo un esfuerzo colaborativo para empoderar a individuos, grupos y naciones en sus luchas por libertad y equidad.
Al final, "Hava, Maryam, Ayesha" es más que una película: es una llamada a la acción. Nos insta a escuchar, comprender y, lo más importante, actuar. En un mundo donde las generaciones más jóvenes están despertando a sus propios roles como agentes de cambio, esto no podría ser más relevante.