Imagina un lugar donde la música se convierte en magia y el sonido se transforma en sentimientos. Eso es Fuerte Drum, un espacio donde no solo se tocan tambores, sino donde se vive una experiencia cultural única. Este evento peculiar tiene lugar en el corazón de la vibrante Ciudad de México y fue concebido en 2015 por un grupo diverso de músicos que querían celebrar y revivir la energía de la percusión en todas sus formas. Desde su inicio, ha reunido a personas de todas las edades apasionadas por el ritmo y la música.
Fuerte Drum es más que un festival; es una comunidad donde se mezclan culturas, estilos musicales y, por supuesto, personas. Este evento reúne artistas de diversas partes del mundo, desde África hasta América Latina, con tambores que cuentan historias de resistencia, libertad y unión. La percusión, en este contexto, se convierte en lenguaje universal que trasciende las barreras lingüísticas y conecta a las personas a nivel humano.
Aunque al principio podría ser visto simplemente como un espectáculo de tambores, Fuerte Drum fue más allá de una exhibición sonora, convirtiéndose en una plataforma para el diálogo sobre temas sociales importantes. Entre los jóvenes de la Generación Z, el evento ha ganado notoriedad por su inclinación por la justicia social, la inclusión y el impacto positivo en la comunidad. Hay un esfuerzo constante por resaltar las voces que muchas veces pasan desapercibidas en la escena musical comercial. Desde talleres para niños hasta charlas sobre el poder de la música como herramienta de transformación social, cada rincón del festival vibra con propósito.
Sin embargo, como en todo evento que busca romper moldes, existen opiniones diferentes hacia Fuerte Drum que también vale considerar. Algunos críticos argumentan que eventos como este corren el riesgo de capitalizar sobre culturas y tradiciones que provienen de historias de opresión. Temen que la esencia misma de la música pueda ser diluida en un evento que a veces puede parecer más una atracción turística que una verdadera oda a la autenticidad cultural. Este razonamiento no debe pasarse por alto, ya que es necesario un respeto profundo y auténtico hacia las raíces de cualquier manifestación cultural.
A pesar de las críticas, la comunidad detrás de Fuerte Drum ha trabajado arduamente para asegurar que el evento se mantenga fiel a sus principios fundacionales. Cada año, la gestión del evento se enfoca en colaborar estrechamente con músicos y líderes culturales para evitar cualquier forma de apropiación cultural. Además, se busca fomentar un ambiente educacional donde los asistentes puedan aprender sobre la historia y la importancia de las tradiciones musicales representadas.
Otra razón por la que Fuerte Drum ha resonado especialmente con la Generación Z es su enfoque en la sostenibilidad y las prácticas respetuosas con el medio ambiente. Reconociendo el impacto ambiental de los eventos masivos, el festival ha implementado medidas para reducir su huella, como la eliminación de plásticos de un solo uso y la promoción de transporte colectivo para los asistentes. Esto refleja el deseo de la generación más joven de consumir cultura de manera consciente y responsable con el planeta.
Además del aspecto medioambiental, Fuerte Drum se ha convertido en un lugar inclusivo donde todos se sienten bienvenidos. Las historias de personas que han encontrado un espacio seguro y un sentido de pertenencia no son excepcionales. El evento ha sido un refugio para aquellos que buscan comunidad, especialmente para personas de colectivos marginados que a menudo quedan fuera de otros espacios musicales.
Al final, Fuerte Drum es un testimonio del poder transformador de la música y la importancia de crear espacios que celebren la diversidad. En un mundo que a veces puede sentirse dividido, estos ritmos resuenan con un mensaje de unidad y esperanza. Para aquellos que aún no han experimentado la magia de este festival, Fuerte Drum ofrece una invitación abierta a unirse al latido común que nos conecta a todos.