Imagina caminar por la cuerda floja mientras la gente te observa. Es justo cómo se sienten muchos en estos tiempos turbulentos y complejos. "Entonces ¿Qué?" es la pregunta que muchas personas de la Generación Z, e incluso otros grupos, se hacen mientras intentan navegar por el océano de cambios políticos, sociales y económicos. Desde un entorno político global inestable hasta las transformaciones causadas por la crisis climática, lo incierto se ha vuelto una constante. Esto, junto con una pandemia que reconfiguró nuestra idea de lo que significa vivir comunitariamente y globalmente, plantea cuestiones importantes sobre el papel del individuo y la sociedad.
La frase "Entonces ¿Qué?" es un reflejo del momento. Surge del caos en el que la incertidumbre reina y donde las respuestas no siempre son claras o inmediatas. Nos empuja, de alguna manera, a cuestionar las estructuras a las que nos hemos adaptado y nos obliga a pensar en lo que realmente importa. Ahí estamos todos, en medio de una algarabía de preguntas, meditando cómo nuestro estilo de vida afecta al mundo que nos rodea.
Varios eventos en 2023 han ilustrado esta duda existencial. Las protestas por la justicia social en diversas partes del mundo, los debates sobre la legalización de ciertos derechos, y el constante tira y afloja en el ámbito económico mundial han llevado a millones a preguntarse cuál es su rol en todo esto y cómo su participación puede hacer la diferencia. ¿Estamos haciendo lo suficiente para combatir el cambio climático? ¿Son nuestras acciones coherentes con nuestro discurso político?
Es natural andar con cierta confusión. Después de todo, nos encontramos frente a una generación que ha heredado un mundo lleno de desafíos, y que a menudo se siente sobrecargada con información que, aunque accesible, resulta abrumadora. En este panorama, la generación del presente (y del futuro), con su inclinación natural hacia el cambio, está buscando activamente respuestas y formas innovadoras de abordar problemas antiguos.
El tema de "Entonces ¿Qué?" también conecta con esa urgencia por justicia social y equidad que es un sello distintivo de la Generación Z. Para ellos, la política no es sólo una teoría distante sino una práctica diaria que se refleja en el consumo, la educación, las oportunidades de trabajo, y las decisiones de vida. Reclaman transparencia, representatividad y, sobre todo, acciones concretas que se traduzcan en un futuro más equitativo y sustentable.
Sin embargo, para aquellos que sostienen visiones más conservadoras, esta pregunta también representa una inquietud válida. Les preocupa que estos cambios rápidos erosionen valores tradicionales, creen incertidumbre económica, o descuiden aspectos importantes del tejido social. Es un temor que merece empatía y consideración, ya que todos, desde sus perspectivas variadas, desean un mundo mejor.
Algunos podrían argumentar que la respuesta a "Entonces ¿Qué?" reside en la innovación y adaptación. El avance tecnológico, especialmente en el campo de las energías renovables y la inteligencia artificial, ofrece herramientas para reinventar cómo vivimos y trabajamos. Pero mientras debatimos sobre los beneficios y riesgos de tales tecnologías, emerge otra pregunta: ¿Cómo aseguramos que estos desarrollos beneficien a todos y no sólo a unos pocos?
Desde la perspectiva de quienes buscan un cambio, "Entonces ¿Qué?" no es simplemente una expresión de descontento, sino una invitación a involucrarse y ser parte activa de la solución. La colaboración y la acción comunitaria se han vuelto cruciales. Redes sociales y plataformas en línea permiten una conexión global que era inimaginable hace unas décadas, facilitando movimiento y activismo que cruzan fronteras físicas.
A pesar de la sensación de inestabilidad, este es también un momento emocionante. Cada "¿Qué sigue?" es una oportunidad para reescribir normas, priorizar equidad y crear un sistema que refleje nuestras aspiraciones colectivas. Este desafío de afrontar lo incierto puede ser agotador, pero también tiene el poder de unirnos en la búsqueda de propósitos compartidos.
Finalmente, la pregunta "Entonces ¿Qué?", aunque inquietante, es una herramienta valiosa para el cambio. Nos saca de la zona de comodidad y nos lleva a replantearnos cómo podemos contribuir a un mundo más justo y equilibrado. Más allá de ideologías, hay consenso en la búsqueda de sentido y dirección ante tanta transformación. Quizás ahí mismo yace nuestra mejor respuesta.