La historia de Creusa, hija de Creonte, es una de esas narraciones que resuenan profundamente en la literatura clásica y el drama griego. Creusa aparece en obras como las tragedias de Eurípides, donde su vida se cruza con la de personajes como Medea y Jason. La tragedia y fatalidad que rodean estos relatos son reflejos de un tiempo donde el amor, el poder y la venganza guiaban los destinos, a menudo de manera cruel y despiadada.
Creonte, su padre, era el rey de Corinto, una posición que traía consigo no solo autoridad, sino también una cuota de peligros y enemigos. En la Grecia antigua, los matrimonios eran frecuentemente arreglos políticos, y Creusa no fue la excepción. Ella se comprometió con Jason, quien la buscó como un medio para asegurar su estatus y poder después de su tumultuosa relación con Medea. Esta unión planeada resulta ser el detonante para una tragedia aún mayor: el desenfreno y la venganza de Medea.
Medea, rota por el desdén de Jason, es uno de esos personajes con los que es fácil simpatizar, a pesar de sus acciones extremas. Exiliada y traicionada, toma una cruel venganza contra Creusa, quien, cabe mencionar, no es presentada en el texto como alguien malevolente por sí. Aquí es donde se presenta una profunda dualidad: mientras que Medea es impulsada por motivos comprensibles, Creusa es una víctima circunstancial arrastrada por fuerzas que están mucho más allá de su control.
En medio de esta turbulenta historia, Creusa recibe un manto impregnado de pócimas letales de Medea, resultando en su muerte ardiente. Este final devastador no solo deja entrever la intensidad del odio y la desesperación de Medea, sino que también subraya el coste de las intrigas palaciegas y los juegos de poder. Creusa es despojada de su futuro, sacrificada a los implacables designios del destino y la implacable crueldad humana.
A menudo se menciona que los mitos griegos nos sirven como recordatorio de las debilidades humanas. El odio, la venganza y la tragedia son componentes básicos de estas narraciones. Sin embargo, vamos a considerar la perspectiva alternativa. A través de los ojos modernos, uno podría preguntar si estos relatos eran también una crítica a las estructuras sociales y roles de género de su época. En la historia de Creusa, una mujer sin mucho más que ofrecer que su alianza potencial para el poder, es un reflejo de lo poco que había cambiado desde la antigüedad hasta la actualidad en términos de igualdad.
Creusa es una figura que invita a la reflexión sobre el lugar de las mujeres en las narrativas históricas y las formas en que los conflictos masculinos han afectado, a menudo devastadoramente, sus vidas. El papel de las mujeres en estas historias es frecuentemente pasivo, pero en su pasividad hay una resonancia que demanda ser escuchada y cuestionada. El mundo ha cambiado, pero las preguntas sobre el poder y la autonomía femenina persisten.
Hoy más que nunca, obras como las de Eurípides pueden ser releídas desde una perspectiva que valora el rol y las voces femeninas, dándoles un espacio para replantear y discutir sus posiciones. Imaginemos un escenario distinto, en el que Creusa tuviera la agencia para tomar decisiones significativas más allá de ser una mera ficha en el tablero de formaciones políticas y venganza.
La lección que quizás podríamos extraer es la importancia de desmantelar estructuras que continúan replicando estos ciclos de violencia y sufrimiento. Claro, es solo un mito antiguo, pero las historias, mitos, son poderosos. Condenan, revelan, y también guían hacia un futuro diferente, uno en el que aquellos como Creusa puedan decirse protagonistas de sus propias historias. En nuestras manos está crear ese nuevo capítulo. Solo así lograremos que los ecos de la tragedia del pasado no se conviertan en el guion de nuestro futuro.