Bernard Cerquiglini es una figura fascinante del mundo académico que ha dedicado su vida a explorar el lenguaje. Nacido en 1947 en Francia, Cerquiglini es un lingüista que ha revolucionado la manera en que entendemos el idioma francés y, por extensión, cualquier idioma. A través de sus escritos y apariciones públicas, ha defendido la idea de que los idiomas están en perpetuo movimiento. Esta noción, aunque controvertida para algunos, se alinea con la realidad de las lenguas vivas que evolucionan constantemente.
Una de sus contribuciones más importantes es el concepto del 'francés en movimiento'. Cerquiglini sugiere que el idioma nunca ha estado estático. En su obra _'Une langue orpheline', argumenta que el francés, como cualquier otro idioma, está en un estado de flujo constante. Se enriquece de contactos con otras lenguas y culturas, absorbiendo préstamos lingüísticos y adaptándose a las nuevas realidades sociales. Para Cerquiglini, los puristas que defienden un francés «puro» ignoran las dinámicas naturales del lenguaje.
En su famosa participación en el programa televisivo _'Merci professeur!', Cerquiglini ha formado un puente entre el mundo académico y el público general. Con su carisma, llevó discusiones lingüísticas complejas a un formato accesible y comprensible. Su pasión por el lenguaje brilla cuando explica cómo ciertas palabras han cambiado de sentido o cómo nuevas expresiones han entrado en el uso común. Gracias a figuras como él, la lingüística se siente menos intimidante y más íntima, como una parte esencial de nuestra vida diaria.
Para muchos en la generación de los boomers y más allá, el idioma puede sentirse como un pilar de identidad nacional. Sin embargo, para aquellos de la generación Z, el idioma es más un vehículo de expresión que un monumento inamovible. En un mundo globalizado, hablar más de un idioma y adoptar nuevas formas de comunicación, como los emojis o los acrónimos, es norma. Cerquiglini representa este cambio; su visión es un eco de la experiencia de esta generación, abierta a la transformación continua de sus medios de comunicación.
Claro, hay resistencia a esta percepción de la lengua. Algunas personas abogan por preservar el idioma tal como creen que debería ser, sin préstamos extranjeros ni cambios. Argumentan que estos cambios erosionan una herencia cultural importante. Desde este punto de vista, mantener una lengua 'pura' es una forma de preservar la identidad nacional. Es una perspectiva que, aunque válida, puede parecer limitante a una era donde la interconexión es clave.
Cerquiglini, con empatía y tino, no niega el valor de la identidad cultural que ofrece la lengua. Más bien, sugiere que la evolución lingüística es una forma de enriquecer esa identidad, reflejando la diversidad de una nación que está en contacto con el mundo. No es simplemente pérdida, sino ganancia. Esta noción de cambio puede incomodar, pero también ofrece un abanico de posibilidades y un idioma más rico y comunicativo.
Este lingüista ha escrito también sobre la ortografía, proponiendo reformas que simplificarían y modernizarían las reglas del francés. Para muchos estudiantes de francés, el sistema actual presenta retos significativos. Cerquiglini ha defendido que un idioma más accesible podría facilitar el aprendizaje y la conservación del mismo. Sin embargo, una vez más, existe la cuestión del valor cultural y estético del idioma en su forma tradicional. Mientras algunos ven en estas reformas una democratización del lenguaje, otros lo consideran una ofuscación de su belleza y precisión histórica.
Además de su notoriedad académica y publicitaria, Bernard Cerquiglini ha influido en políticas lingüísticas, aportando su voz en debates sobre educación y uso del idioma en las instituciones oficiales. Su trabajo tiene implicaciones reales y tangibles sobre cómo se enseña y se percibe el idioma en la sociedad francesa. Cerquiglini no solo vive en el mundo teórico; es parte activa de la conversación contemporánea sobre la función del idioma en la sociedad moderna.
En un momento histórico donde el cambio es la única constante, figuras como Bernard Cerquiglini nos invitan a reflexionar sobre el modo en que nos relacionamos con nuestras palabras y las de otros. Nos recuerdan que los idiomas no son solamente herramientas de comunicación, sino reflejos de nuestras propias transformaciones. En lugar de resistirnos al cambio, podemos buscar maneras de celebrar y abrazar la riqueza que trae un idioma en movimiento.