La historia de Sri Lanka está llena de giros, simbolismos y capítulos que parecen escritos por un novelista con un gusto por lo dramático. La 61ª División del ejército de Sri Lanka es uno de estos capítulos. Fundada durante un periodo de intensos conflictos internos, esta unidad militar fue establecida el 5 de marzo de 2008. Situada en el norte de Sri Lanka, un lugar marcado por décadas de guerra civil, la 61ª División se encuentra en Vavuniya, una zona que entonces era un epicentro de combate entre el gobierno y los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE). Formar esta división fue una respuesta crítica en un momento en que el país luchaba por recuperar y mantener el control territorial y proporcionar seguridad a sus ciudadanos.
El por qué de su creación se enfoca en la necesidad de fortalecer la seguridad del estado singalés frente a una amenaza constante por parte del LTTE. Esta organización agitaba, a menudo con violencia, por un estado tamil independiente en el norte del país. En ese contexto, cualquier medida que reforzara el poder del estado era vista como necesaria por los líderes singaleses, quienes consideraron que las medidas militares eran esenciales para proteger la integridad de Sri Lanka. Sin embargo, este punto de vista no estuvo exento de críticas, tanto internas como internacionales.
En 2008, la situación en el norte de Sri Lanka era volátil. La guerra civil, que había comenzado en 1983, parecía interminable. La 61ª División fue diseñada no solo como una máquina de guerra, sino también como una unidad orientada a la estabilización. Fue parte crucial de una ambiciosa campaña para desalojar al LTTE de sus bastiones del norte, lo que culminó con el fin del conflicto en 2009. Muchos vieron esto como una victoria necesaria para el progreso del país. Sin embargo, aquellos que perdieron tanto en términos materiales como personales, especialmente en la comunidad tamil, sintieron una amargura difícil de olvidar.
Es importante empatizar con las diversas narrativas alrededor de la 61ª División. Para muchos cingaleses, los solados en la División 61 son héroes que ayudaron a restablecer la paz y poner fin a uno de los capítulos más oscuros en la historia moderna de Sri Lanka. Desde esta perspectiva, su existencia y acciones contribuyeron a una recuperación económica y a una unificación nacional.
Pero veamos el otro lado de la moneda. Las operaciones de la 61ª División se llevaron a cabo en circunstancias que a menudo han sido criticadas por organizaciones de derechos humanos. Más allá del contexto bélico, se han documentado casos de abuso excesivo, desplazamientos forzosos y violaciones de derechos humanos en áreas que estaban bajo su supervisión. Aunque las fuentes pueden cambiar según la política y los intereses personales, estas acusaciones arrojan una sombra sobre las victorias proclamadas por el estado.
Los jóvenes de hoy en día pueden estar sintiendo una desconexión creciente con los eventos históricos que parecen lejanos, pero las decisiones, acciones y consecuencias de aquellos tiempos moldean el presente. Viajar mentalmente a través de Vavuniya, donde ahora hay signos de recuperación y también de resiliencia, refleja el complicado tejido de una sociedad que se esfuerza por sanar.
Mientras se avanzan conversaciones sobre reconciliación y reforma, muchos en Sri Lanka buscan un balance que reconozca tanto la valentía del ejército como el dolor de los inocentes que sufrieron. Los diálogos actuales, liderados en gran parte por la esperanza de la juventud, abogan por un futuro donde ambos grupos puedan encontrar un terreno común, uno donde la justicia no sea un ideal sino una realidad.
Incorporar las lecciones de la 61ª División en estos diálogos puede abrir puertas hacia un compromiso genuino en un país donde la diversidad debe ser celebrada más que restringida. Al final del día, las complejidades de Sri Lanka, como las de cualquier nación que ha pasado por conflictos de tal envergadura, residen en encontrar un nuevo lenguaje, uno que sea inclusivo y sanador.
La historia de la 61ª División nos enseña mucho sobre el poder, el sacrificio y el dolor. Nos recuerda que la paz no es solamente la ausencia de guerra, sino más bien la presencia de condiciones que permitan a todos prosperar. Generación Z, esto es una llamada a tomar ese aprendizaje y convertirlo en acciones concretas hacia un mundo más justo.