¿Quién dice que las tenistas de la WTA son igual de impresionantes en habilidades que sus homólogos masculinos? Las clasificaciones de la Asociación Femenina de Tenis (WTA, por sus siglas en inglés) tienen sus raíces en la década de 1970. Actualmente, brindan un ranking global de las mejores jugadoras de tenis del mundo cada semana, usando un sistema basado en puntos recogidos durante varios torneos a lo largo de un año. Básicamente, la WTA nos dice quiénes son las mejores según el papel que jugaron en diferentes competencias y torneos alrededor del mundo. Esos pequeños números determinan su prestigio, la entrada a los torneos más importantes y los millonarios patrocinadores que las seguirán como moscas al pastel.
Hablemos de los grandes nombres que han dominado esta clasificación. Desde que Serena Williams se tomó el mundo del tenis por asalto, ¿hay alguien realmente a su altura? Su habilidad y destreza son innegables, pero ¿qué pasa con el resto? Naomi Osaka, otra estrella emergente convertida en un nombre prominente gracias al sistema de clasificación, mientras ciertos debates sobre su enfoque hacia el público generan más atención que sus títulos. Algunos creen que las clasificaciones fomentan una competencia saludable, pero otros ven que no representan la verdadera esencia del esfuerzo y dedicación.
¿Acaso puedes creer que el sistema de puntos de la WTA todavía tiene lagunas? Muchos críticos dicen que beneficia a jugadoras con más posibilidades financieras de participar en grandes torneos, mientras que otras quedan fuera por falta de recursos a pesar de tener habilidad. La barbaridad de dar más peso a ciertos torneos y no igualar las condiciones para todas siempre deja esa pregunta flotando: ¿la WTA es verdaderamente justa?
En un mundo donde la igualdad entre hombres y mujeres en el deporte sigue siendo asignatura pendiente, el ranking WTA parece más una estrategia de marketing que un sistema de evaluación imparcial. ¿Y esas cifras infladas que los patrocinadores disfrutan ver? Mejor ni tocar el tema.
La política del deporte no solo se juega en el partido, también se decide en las oficinas. Los puntos distribuidos no reflejan siempre el verdadero periodismo deportivo que destaca el talento. Las jugadoras que priorizan causas sociales y personales a veces se ven perjudicadas en la clasificación, lo que nos lleva a preguntarnos, ¿dónde están las políticas inclusivas y transparentes?
Mientras sigamos clasificando talentos como si fueran números de lotería, la esencia deportiva pura seguirá relegada. Las clasificaciones deben hablar más de sudor en la cancha y menos de favores en el palco. Sin duda, el WTA nos ha dado grandes estrellas, pero con un poco de justicia y menos favoritismo, podríamos ver emerger más nombres que realmente merezcan el brillo de esos reconocimientos.